La Isla del Encanto. / L'île de l'enchantement.

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En 1999 Cristina y yo nos casamos, en 2000 compramos un apartamento en el barrio de Belgrano, en 2001 nació Santiago y en 2002 estalló la crisis argentina. Todos nuestros planes vacilaron en unas pocas semanas bajo los efectos de los cierres de empresas, los saqueos y los secuestros-exprés que azotaron la Capital Federal. Me ofrecieron un puesto en San Juan de Puerto Rico y nos salvamos del naufragio argentino en la isla caribeña.

Aun hoy, diez años después, tengo presente mi sensaciones al llegar de noche al aeropuerto de Isla Verde: primero la humedad del aire tibio señalando la proximidad del mar, luego el camino en taxi bordeando la costa y sus hileras de palmeras oscilando bajo el viento marino, a lo lejos las murallas iluminadas del viejo San Juan con el cielo estrellado de fondo, luego las calles empedradas y sus faroles en las esquinas hasta llegar al casco antiguo, al hotel "El Convento" donde me esperaban varios de mis amigos y colegas argentinos, rescatados como yo en ese paraíso terrenal. 
Desde la fiesta de la calle San Sebastián a los bares salseros de Piñones, desde las playas de "Los Tubos" a la laguna bioluminiscente de Fajardo, desde la bahía de Cabo Rojo al castillo del Morro, Puerto Rico fue un bálsamo milagroso que me permitió perder la memoria durante dos años, viviendo en el barrio de Condado, a 6 000 kilómetros de Buenos Aires, 7 000 kilómetros de París y treinta metros de la playa.
En 2004, el encanto se rompió como una pompa de jabón y nos despedimos para siempre de lo que hoy me parece haber sido una alucinación colectiva. 


En 1999, Cristina et moi nous sommes mariés, en 2000 nous avons acheté un appartement dans le quartier de Belgrano, en 2001 Santiago est né et en 2002 la crise argentine a éclaté. Tous nos plans ont alors vacillé en quelques semaines sous le coup des fermetures d'entreprises, des pillages et des enlèvements-express qui frappèrent alors la capitale fédérale. On me proposa un poste à San Juan de Puerto Rico et nous nous sauvâmes du naufrage argentin sur l'île des Caraïbes.
Aujourd'hui encore, dix ans après, mes sensations à mon arrivée de nuit à l'aéroport d'Isla Verde sont très présentes: d'abord l'air chaud et humide indiquant la proximité de la mer, puis le trajet en taxi le long de la côte et ses rangées de palmiers oscillant sous le vent marin, au loin les murailles illuminées du Vieux San Juan sur fond de ciel étoilé, puis les rues pavées et leurs lampadaires jusqu'à l'arrivée au centre historique à l'hôtel "El Convento" où m'attendaient plusieurs de mes amis et collègues argentins rescapés comme moi sur ce paradis terrestre.
De la fête de la rue San Sebastian aux bars salseros de Piñones, de la plage "Los Tubos" à la lagune bioluminescente de Fajardo, de la baie de Cabo Rojo au fort d'El Morro, Puerto Rico a été un baume miraculeux qui m'a permis de perdre la mémoire pendant deux ans, habitant le quartier de Condado, à 6 000 kilomètres de Buenos Aires, 7 000 kilomètres de Paris et trente mètres de la plage.
En 2004, l'enchantement s'est rompu comme une bulle de savon et nous avons quitté pour toujours ce qui aujourd'hui
me semble avoir été une hallucination collective.




1 comentario:

AdiMon dijo...

Que bonito, siempre me encanta leer como les gusta mi tierra. Es increíble ver como ven a PR atras personas. Es igual que aquí, que no fue hasta que vinieron Avin y Gilly que me dí cuenta de las muchas cosas lindas que tiene el sitio en el que vivo. Y ya me diste muchas ganas de irme a mi tierra a visitar y a estar a 30 metros del mar!
Un beso. Adisel.